Recuerda. Acuérdate de la pared. Del relieve. De los agujeros de chinchetas. Acuérdate de como la puerta siempre estaba cerrada. Acuérdate de la cesta de la ropa sucia y de la silla que nunca usé. Acuérdate del bolso en una mesa llena de mí.
Acuérdate del olor: aroma a vainilla, canela, sudor, sexo y tetería.
Recuerda el tintineo del cascabel, las burbujas, el soporífero tic-tac y la música, esa que elegiste para mí.
Acuérdate del tacto. Mi pelo sobre tus muslos, tu mano en mi tripa, la mía sobre la tuya. Recuerda el humo en tu boca, y como bajabas para darme y quitarme aire a la vez.
Pero sobre todo, recuerda mis ojos, que no pestañeaban atentos al detalle. Y no olvides tampoco el silencio, ese que solo existe en compañía y que tanto echamos de menos.
Acuérdate, aunque aun no haya pasado.