Todo empezó cuando decidió que sus compañeros de clase no eran tan interesantes como para sentarse con ellos en la cafetería. Por eso siempre acababa solo en una mesa para dos personas en el fondo de la estancia. Casualmente era el sitio donde todas las personas que entraban en el local dejaban sus abrigos, bolsos, chaquetas y mochilas, es decir, la zona perchero (en todas las cafeterías, bares y pubs hay una). La gente entra a toda prisa, alarga el brazo y sin mirar siquiera donde caen, dejan que sus pertenencias aterricen allí. Al salir vuelven a alargar el brazo y atrapan las prendas correctas. Podrían hacerlo incluso con los ojos cerrados; siempre cogerían lo acertado.
Un día la gente ya no dejaba sus cosas en la silla que había al lado de donde él se sentaba o encima de la mesa, ¡las dejaban directamente sobre su cuerpo! Al principio cotrarrestó los ataques quitándose los objetos de encima, pero llegó un punto en que era imposible atender a todos, así que se resignó a lo inevitable. Actualmente podremos encontrar a Dani debajo de una montaña de abrigos, bolsos, chaquetas y mochilas en el fondo de la cafetería.
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